Tanto la circularidad como la sostenibilidad deben incorporarse en todas las etapas de las cadenas de valor, para lograr una economía completamente circular. El plan de acción de la CE establece siete áreas clave esenciales para lograr una economía circular: plásticos, textiles, residuos electrónicos, alimentos; agua y nutrientes, embalaje, baterías y vehículos; edificaciones y construcción y para lograrlo ha iniciado un extenso desarrollo normativo.
Comisión Europea propuso en marzo de 2022 el primer paquete de medidas para acelerar la transición hacia la economía circular, con propuestas como el impulso a los productos sostenibles, la educación a los consumidores de cara a la transición ecológica, la revisión de la normativa sobre productos de construcción y una estrategia sobre textiles sostenibles. El Parlamento aprobó en octubre de 2022 una revisión de las normas sobre contaminantes orgánicos persistentes y en noviembre la Comisión propuso nuevas normas sobre envases para toda la UE, que incluía mejoras el diseño de los envases y un etiquetado claro para fomentar la reutilización y el reciclaje.
Toda esta batería de medidas legislativas lleva acompañada unas necesidades de inversión que, según un informe publicado por Summa Equity, se estima en 230 mil millones de euros sólo en nuevos activos físicos e infraestructuras para permitir la transición a una economía circular de cara al año 2040.
Este informe también destaca oportunidades en múltiples sectores para que la economía circular de la UE alcance su verdadero potencial y una de las más importantes identificadas por este análisis, es la necesidad de diseñar y crear nuevos equipos, plantas de procesamiento e infraestructuras de apoyo.
Estas inversiones también pueden generar rendimientos atractivos, con una valoración estimada de los mercados circulares potenciales que superaría los 1,5 billones de euros para 2040 y que para 2030 supondrá «la refundación de los mercados europeos de materiales, residuos y productos físicos».
La economía circular puede suponer para Europa una oportunidad extraordinaria: la oportunidad de construir una economía revitalizada y preparada para el futuro, que mejorará la capacidad del continente para reducir emisiones y residuos y marcará el comienzo de una nueva era de prosperidad industrial.